Rincones de La Habana para repasar sus 500 años
Laura Blanco Alegre
@lblancoalegre
9 de diciembre de 2019

Ilustración del Capitolio, La Habana

Hace 500 años, un 16 de noviembre de 1519, los conquistadores españoles hicieron oficial su implantación en un pequeño poblado de indios taínos al borde del mar Caribe.

El acto consistió en una misa bajo uno de los frondosos árboles tropicales que poblaban la zona, una ceiba -el árbol sagrado de los mayas- y la primera reunión del cabildo de la recién fundada Villa de San Cristóbal de La Habana. Y cinco siglos después, el lugar está señalizado en La Habana Vieja, el casco histórico de la ciudad cubana, Patrimonio de la Humanidad, al que se limitaba una de las urbes más antiguas de América y que más rápido creció como puerto estratégico del comercio con el Nuevo Mundo. El lugar concreto se ubica en una de las esquinas del que sigue siendo uno de los puntos neurálgicos de La Habana, la Plaza de Armas, que data también del siglo XVI. Y lo indica una construcción neoclásica de 1828 conocida como El Templete que imita las fachadas de los templos grecorromanos y que ha sido recientemente restaurado para la efeméride. En su patio exterior tras la cancela hoy, como hace 500 años, hay plantada una ceiba y es tradición que los cubanos acudan la noche del 16 de noviembre y den tres vueltas alrededor de ella para pedir un deseo. También en el jardín exterior hay una columna del siglo XVIII coronada por la Virgen del Pilar y un busto de Colón. Dentro, en una capilla de estilo dórico, tres grandes lienzos del artista francés Jean Baptiste Vermay recrean la misma fundacional .

La entonces bautizada como Villa de San Cristóbal de La Habana se convirtió en un puerto crucial para el comercio del imperio español en América

La entonces bautizada como Villa de San Cristóbal de La Habana -nomenclatura nacida de la mezcla del santoral cristiano y el jefe indio Habaguanex- se convirtió en un puerto crucial para el comercio del imperio español en América y, por ello, objetivo de piratas desde muy temprano. De ahí que fuera fortificada. Desde la Plaza de Armas puede verse la fortaleza más antigua de la ciudad, el Castillo de la Real Fuerza, mandado construir por Felipe II, fue residencia de los capitanes generales hasta 1762. La torre fue añadida en 1632, coronada por La Giraldilla, veleta convertida en símbolo de la ciudad, como la torre almohade de Sevilla, e icono de la marca de ron Havana Club, el más famoso 100% cubano después de que el murciélago de Bacardi echara a volar tras la expropiación de la compañía fundada en Santiago de Cuba en la revolución cubana (se fabrica en sus destilerías de fuera de Cuba y no se vende en el país aunque la torre del edificio que albergó su fábrica sigue en pie en La Habana).

El pasado español de la ciudad se conserva sobre todo en el barrio de La Habana Vieja, repleto de antiguos palacetes en ruinas y casas de estilo colonial

El pasado español de la ciudad se conserva sobre todo en el barrio de La Habana Vieja, repleto de antiguos palacetes en ruinas y casas de estilo colonial, más profundas que anchas, caracterizadas por las fachadas pastel cuyo colorido contrarresta el mal estado de las mismas. En los últimos años, el Gobierno cubano está haciendo un esfuerzo por restaurar el casco histórico de la ciudad, en muchos casos con la colaboración de instituciones españolas como la propia Junta de Andalucía. Pero los fondos no llegan a todo y lo cierto es que paseando por La Habana es posible ver en la misma calle un conjunto de fachadas recién pintadas y un rincón de escombros donde antaño hubo un edificio. Los cables de la luz por fuera de las casas y depósitos de agua en los balcones completan la estampa típica.

Fotografía, Laura Blanco

…aunque se suele considerar la Catedral de La Habana una copia de la gaditana, la suya comenzó a construirse unos años antes

Todas las épocas vividas por la ciudad cubana pueden verse en sus calles. La arquitectura española copa la plaza de la Catedral, donde si miras a la Seo te sientes en Cádiz pero si lo haces a los edificios laterales podría ser cualquier plaza mayor porticada castellana. Como curiosidad,  y aunque se suele considerar la Catedral de La Habana una copia de la gaditana, la suya comenzó a construirse unos años antes. La de La Habana tiene las dos torres de distinto ancho porque si fueran iguales, una de las calles de acceso a la plaza quedaría taponada (ahora la taponan los turistas porque en esa calle se encuentra la famosa tasca La Bodeguita de Enmedio). 

El espíritu postcolonial

El límite de La Habana Vieja y el comienzo de Centro Habana lo marca el Paseo del Prado, donde se encuentran los restaurantes, hoteles y boutiques más lujosos de la ciudad. Es la parte de la ciudad que más conserva el espíritu de la época postcolonial en la que Estados Unidos puso sus ojos en La Habana como ciudad de ocio al estilo Las Vegas (de hecho, fue el primer emplazamiento pensado para la ciudad finalmente construida en el desierto de Nevada). Casinos, hoteles y salas de fiesta llena ambos lados del paseo, coronado por una réplica del Capitolio de Washington concebido inicialmente como la sede del Senado y del Congreso. Hoy día es la sede de la Academia de Ciencias de Cuba y un museo, destino cultural que la revolución castrista dio a muchos de los lujosos edificios de la zona, como el que hoy ocupa el Gran Teatro. Pero si hay un espacio en esta zona turística que realmente han hecho suyo los cubanos es el Parque Central, punto de encuentro y reunión de los habaneros desde su construcción en el siglo XVIII. Es habitual verlos charlando en grupo sentados en los bancos a cualquier hora del día, tanto a mayores como a jóvenes.

El barrio del Vedado

De la misma época que el Paseo del Prado, en Centro Habana, es el barrio del Vedado, igualmente lleno de rascacielos y hoteles de lujo de los años 40 y 50 del siglo pasado. La misma época de la que datan la mayoría de los coches clásicos norteamericanos que circulan por La Habana (algunos como taxis compartidos o para alquilar) pintados de colores chillones y reutilizados una y otra vez porque cada cubano lleva un mecánico en su interior capaz de alargar la vida de un motor infinitamente.

Fotografía, Laura Blanco

Ambos barrios miran a la bahía aunque es en el Vedado donde se encuentra la parte más pintoresca y transitada del famoso Malecón. Recorrer el paseo marítimo más famoso del mundo es obligado de día y de noche, ya que el ambiente cambia mucho. Por el día, puede verse encima del alto muro del paseo a locales pescando con caña entremezclados con los turistas. De noche, jóvenes de fiesta rumbo a las salas de salsa (también jineteras aunque cada vez está más controlado el turismo sexual) e, igualmente, turistas.

Las huellas de la Revolución

La calle Paseo es una de las arterias principales del Vedado y termina en la icónica Plaza de la Revolución, la explanada de los interminables discursos de Fidel Castro rodeada de edificios administrativos de estilo comunista en cuyas fachadas lucen los rostros del Che Guevara y Camilo Cienfuegos, junto al propio Fidel Castro, héroes del movimiento revolucionario que derrocó a Batista. Ocupa el centro el monumento a José Martí, en cuyos bajos se cuenta que fueron grabadas las últimas entrevistas de Fidel Castro tras dejar el poder en manos de su hermano Raúl, en las que aparecía siempre en chándal y leyendo el diario Granma.

Fotografía, Laura Blanco

Las referencias a la Revolución, no obstante, están por toda La Habana. El retrato de Fidel cuelga en muchos comercios además de todos los centros públicos incluidas las guarderías. Las sedes del partido son auténticos edificios propagandísticos con proclamas de fidelidad al comandante en jefe en sus fachadas. Y cómo no, en las conversaciones con los cubanos, nada reticentes a hablar de política.


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