Sanlúcar del Guadiana y Alcoutim comparten río y tradiciones y conforman un singular espacio fronterizo cargado de atractivo
Los lazos históricos, culturales y socioeconómicos entre España y Portugal son inapelables, hasta el punto de que en 2023, España fue el principal proveedor de productos de Portugal con un 33 por ciento de las compras al exterior del país luso, que de su lado fue el cuarto cliente de las exportaciones hispanas con un 8 por ciento de las mismas, según datos del Instituto de Comercio Exterior (ICEX).
El diálogo institucional entre España y Portugal viene siendo afianzado gracias a cumbres bilaterales de carácter periódico, para abordar aspectos de diversa índole entre ambas naciones pertenecientes a la Unión Europea.
Un buen ejemplo de la colaboración hispano lusa es quizá la conocida como “excepción ibérica”, promovida por las dos naciones ante la Comisión Europea para limitar temporalmente el precio del gas en el mercado mayorista, en el contexto de la aún no lejana crisis por el incremento del precio de la energía.
La corriente del iberismo, en ese sentido, apuesta por una mayor coordinación política entre ambos países, que comparten más de 1.200 kilómetros de frontera y no pocos intereses en común; para afrontar de manera conjunta retos como el cambio climático o la despoblación de las zonas rurales.
Pero los nexos económicos y culturales entre España y Portugal no sólo se reflejan en las grandes cifras económicas o la actividad institucional, sino que cuentan con ejemplos vivos a pie de pueblo.
Así queda de relieve, por ejemplo, en el binomio que conforman el pueblo onubense de Sanlúcar de Guadiana y el municipio luso de Alcoutim, enclavados entre montañas a un lado y otro de dicho río, dos pequeñas localidades que componen un auténtico tándem de gran atractivo cultural.
Sanlúcar de Guadiana, cuyo pequeño casco urbano se asienta en las faldas de una colina que desciende hasta el río del que toma su nombre, hunde sus raíces hasta el siglo XIII, después de que el rey Sancho II de Portugal arrebatase a los musulmanes las tierras donde actualmente se alza el municipio.
DE PORTUGAL AL SEÑORÍO DE GIBRALEÓN
No obstante, ya en el siglo XIV, el lugar fue incorporado al Señorío de Gibraleón y en 1435, Isabel Guzmán como III Señora de Gibraleón le concedió el título de villa.
Por su localización a orillas del río, frente por frente con el municipio portugués de Alcoutim, Sanlúcar del Guadiana gozó de un papel preponderante en su área de influencia dada su ubicación estratégica para los flujos comerciales, capitalizando en el siglo XIX buena parte del tráfico de aguardiente, azúcar o arroz.
La sencillez de su arquitectura, con sus fachadas encaladas, calles en cuesta y sus vistas a Alcoutim, proyectan una singularidad que inspira no la visión de un sitio espectacular, sino de un enclave con verdadera personalidad propia. Tan sólo pasear por su casco urbano, disfrutar de su quietud y admirar los paisajes naturales que ofrece esta localidad constituye una experiencia muy a tener en cuenta.
EL CASTILLO DE SAN MARCOS
Sanlúcar del Guadiana cuenta además con importantes atractivos adicionales, como su playa fluvial y su puerto, donde un servicio de barcazas canaliza el trasiego entre uno y otro lado del río, así como su imponente castillo de San Marcos, que se erige sobre el municipio, en la cima de un cerro que domina el entorno.
Esta fortificación se remonta al siglo XIV, si bien el complejo defensivo que ha llegado hasta nuestros días deriva de la combinación de dicho recinto original con las incorporaciones constructivas y transformaciones acometidas en los siglos XVII y XVIII, merced al devenir de la historia.
La localidad onubense se refleja, casi como si de un espejo se tratase, en su vecino municipio luso de Alcoutim, también de fachadas blancas y puerto fluvial, conformando de alguna manera una suerte de pueblos gemelos separados y a la vez unidos por el Guadiana.
Y es que Alcoutim cuenta además con su propio castillo, bastante más modesto en lo arquitectónico que el de San Marcos pero que acoge una muestra arqueológica donde destaca la mayor colección de vestigios de juegos de mesa de época islámica procedentes de un único yacimiento, o monumentos como la iglesia de la Misericordia, la ermita de San Antonio y la Casa de los Condes, siempre transmitiendo tanta sobriedad y sencillez como en el caso de Sanlúcar.
ORGULLO DE CONTRABANDISTAS
La localidad lusa cuenta igualmente con su propia playa fluvial y rinde homenaje a su pasado como enclave de contrabandistas, no sólo con una estatua dedicada a quienes desarrollaban dicha actividad, sino con todo un festival cultural con música, teatro e incluso un puente flotante que de manera efímera, conecta el municipio con Sanlúcar de Guadiana.
Este “Festival do Contrabando” rememora así cada mes de marzo el tráfico ilegal de mercancías que acogía Alcoutim hasta mediados del siglo XX, una actividad fraudulenta que no hacía sino estrechar los lazos entre este pueblo y su localidad gemela en la orilla española del Guadiana.
Dos municipios conectados además por la primera tirolina transfronteriza del mundo, gracias a la cual es posible viajar literalmente por los aires desde un cerro próximo a Sanlúcar del Guadiana hasta las inmediaciones de Alcoutim, sobrevolando el Guadiana a más de 70 kilómetros por hora en una experiencia verdaderamente electrizante.
Sanlúcar del Guadiana y Alcoutim constituyen así un producto turístico unificado, para disfrutar de las tranquilas calles encaladas de ambos pueblos, viajar en los paquebotes que conectan una y otra orilla del río con un paisaje fluvial que no deja a nadie indiferente y saborear la gastronomía de los establecimientos que salpican las terrazas con vistas al río, en ambos pueblos.
Un atractivo que que no ha pasado desapercibido más allá de Despeñaperros, pues no en vano, Sanlúcar del Guadiana fue el escenario de no pocas escenas de la tercera temporada de la serie de suspense TVE La Caza, proyectando hacia toda España la singularidad de este enclave.