Los caminos de las vocaciones son como las carreteras para los ciclistas, aunque los llanos son fáciles, las curvas y los ascensos son lo que da emoción a la carrera.

Así llega Pablo al ciclismo, por casualidad, a la vuelta de una curva en la que cambió los tacos por las dos ruedas. Quería ganar velocidad… y ya te digo si la ganó.

A sus 17 años Pablo Calado López es una de las jóvenes promesas del ciclismo de carretera en Andalucía y en sólo tres años de competición va a celebrar su mayoría de edad encima de una bici con un prometedor palmarés: varios podios en la Copa de Andalucía, segundo y tercer puesto en distintas categorías, primeros puestos en maratones y media maratón en la provincia de Sevilla y en carreras como las Copas de España y vueltas por toda España: Besaya, Subbética o Extremadura. También fuera de nuestras fronteras ha disputado la Volta ao Cancelho de Loulé en Portugal.

Este sevillano de Castilblanco de los Arroyos estaba abocado a llegar a las dos ruedas, las veía pasar por la puerta de su casa cada fin de semana rumbo a Sierra Morena. Deporte de amigos y de aire libre en una zona privilegiada de paso al parque natural de la Sierra Norte, con gran número de aficionados, que acabaron por llamar la atención del joven.

Nos cuenta con parsimonia aparente que comenzó a practicar ciclismo para mejorar su rendimiento en el que fue su primer amor deportivo, el fútbol. Y precisamente buscando aumentar velocidad y ganar fuerza, encontró su vocación y su talento deportivo. Sin embargo, se le iluminan los ojos cuando confiesa que «poco a poco me di cuenta de que disfrutaba más sobre la bici que en el terreno de juego».

Por su edad y por su carácter reservado a Pablo no le gusta presumir, pero tanto su equipo como sus familiares destacan del joven ciclista su tenacidad y dedicación, hasta el punto de convertir su pasión por el deporte en futuro, y este año continúa sus estudios con el Grado Superior en TSEASD (Técnico Superior en Animación en Enseñanza y Animación Socio Deportiva.

Acaba de terminar la temporada compitiendo en un equipo de Jerez de la Frontera (Cádiz) con el que está creciendo como deportista y madurando como persona. Y es que, lo que aparentemente es un deporte individualista, el ciclismo «es un deporte de equipo, y el resultado individual de cada uno depende y es gracias al trabajo de todos los compañeros. Es un esfuerzo compartido”.

En este arrope es donde Pablo Calado ha encontrado el equilibrio para sobrellevar lo que sacrifica fuera de la competición. Su exigente rutina de entrenamientos y carreras no le permiten dedicar todo el tiempo que emplea un joven de su edad para disfrutar de familia, amigos y pareja. «El ciclismo es mi pasión, pero también necesito el apoyo y los momentos con las personas que quiero».

Reconoce que, a veces, «es difícil pero, si quieres llegar lejos en este deporte, tienes que comprometerte al 100%». Sus palabras y sus silencios nos muestran a un joven en plena madurez deportiva, consciente de que debe cuidar descanso y alimentación, que cumple estrictamente horarios y con dedicación plena para llegar a la meta en las mejores condiciones. Como persona y como ciclista.

A sus 17 años aspira a escribir su nombre entre los grandes de las dos ruedas, y de paso alzar la voz por los que vienen detrás, porque los grandes desafíos que tiene delante no puede enfrentarlos solo. La falta de apoyo económico para deportistas jóvenes es un lastre que fulmina carreras casi antes de comenzar. «Las ayudas existen, pero no son suficientes para cubrir gastos de material, viajes y entrenamientos. Ojalá hubiera más recursos para que deportistas como yo pudiéramos desarrollarnos al máximo sin tantas limitaciones económicas y, también, pensando en personas que no disponen de tantos recursos», reflexiona. “Las carreras deportivas las sufragan las familias y no todas pueden ni llegan, es un sacrificio múltiple”.