La cuenta atrás para despedir otro año ha comenzado y, con ella, los rituales propios de unas fechas rebosantes de festividad y de encuentros entrañables con la familia y los amigos.
Que las emociones estén tan a flor de piel y los sentidos especialmente proclives a experimentar sensaciones diversas conduce, casi de manera irremediable, a que la gastronomía local -con sus sutilezas y contundencias- termine por convertirse en el elemento entorno al que todo gire estos días.
Sevilla y su provincia cuentan con una tradición culinaria tan heterogénea que permite que los sabores y las fechas se complementen a lo largo de todo el año. Una muestra de ello la encontramos en la intensa actividad promocional que impulsa la Diputación de Sevilla. Bajo la marca Sabores de la provincia de Sevilla, el sector agroalimentario sevillano ve respaldada su actividad a través de campañas, ferias, catas, concursos, etc.
Sabores de Navidad
La Navidad ha sido, además, una excelente excusa para que esta institución, de la mano de Prodetur, promueva la campaña Disfruta Sabores de Navidad y reafirme su compromiso con los productos de la tierra. En palabras del presidente de la Diputación, Fernando Rodríguez Villalobos, durante la XI Feria de la Gastronomía celebrada hace escasos días “este segundo turno de la feria comercial del periodo navideño supone una nueva oportunidad para conocer, degustar y adquirir nuestros productos gastronómicos más emblemáticos”.
La calidad preside gran parte de los encuentros durante estas fechas, desde los más íntimos rincones del hogar donde los cárnicos, el queso, la aceituna y el aceite de oliva comparten mesa y mantel con los exquisitos dulces navideños, hasta los establecimientos de restauración que estos días acogen las típicas comidas de empresa y otros eventos sociales.
Y al referirnos a la calidad, un factor que no debemos pasar por alto es el creciente nivel de exigencia por parte de los consumidores. La trazabilidad, ese término con el que cada vez nos familiarizamos más, viene a indicarnos, en la cadena de comercialización de cualquier producto, cuestiones tan determinantes como su origen, así como todo proceso al que ha sido sometido hasta su salida al mercado. El consumo de productos cercanos, del propio entorno geográfico, sin duda, garantiza una mayor accesibilidad a esta información y unos mayores índices de confianza.
Vinos y Licores
Y, de la solidez de los turrones, mantecados, roscos y bombones, capaces de endulzar esas largas conversaciones de la sobremesa, pasamos a la liquidez de los vinos y licores producidos en las tierras vitivinícolas del Aljarafe, la Sierra Morena Sevillana, la Campiña y el Bajo Guadalquivir.
Se trata de otra joya de la gastronomía sevillana, también complementaria a la elaboración de las más sabrosas recetas, como bien apunta el reconocido chef Daniel del Toro: “Mi cocina se basa en la cocina tradicional y de los guisos de toda la vida, de nuestras madres y, como tal, el uso del vino es fundamental para la salsa de esos platos. Los vinos de la provincia de Sevilla son una delicia para esto, sobre todo los generosos que se producen en el Aljarafe y la zona del bajo Guadalquivir”.
Quizás las fechas y sus hábitos culinarios ubican al licor como protagonista de estas fiestas, pero lo cierto es que la Diputación de Sevilla destina importantes esfuerzos a la promoción del vino sevillano a lo largo de todo el año.
El concurso Vinos y licores de la provincia de Sevilla, que acogía el pasado mes de marzo su cuarta edición, se ha convertido en una cita anual ineludible para profesionales del sector, empresarios, enólogos, sumilleres y personas de la sociedad civil que acuden para ampliar conocimientos y compartir la emoción de los premiados. Resultó premiado en esta convocatoria para la categoría de mejor vino blanco, el Umbretum Reserva Familiar, de Bodegas Salado. Bodegas Viña Las Colonias de Galeón se alzó con el premio al mejor vino tinto con Lincesa Madera 2017. En la categoría de vinos singulares el ganador fue M de Salado, de Bodegas F. Salado.
Por su parte los licores galardonados fueron, por un lado, Elixir, el licor de canela producido por la Destilería La Flor de Utrera, como mejor licor tradicional y, por otro, Yo Solo, de Bodegas Halcón, en la categoría de vinos de licor, aromatizados y vinos dulces.
La consolidación de un sector altamente cualificado trasciende de la producción y el consumo y llama la atención de quienes, desde una mirada impregnada de cultura, escriben sobre la bebida que mayor liturgia ha concitado a lo largo de la Historia. No es casual que, el pasado mes de abril, la Asociación Española de Periodistas y Escritores del Vino (AEPEV), escogió a Sevilla como lugar anfitrión para su gala de entrega de premios.
El vino sevillano, maridaje perfecto entre pasado e innovación
Pero todo el esfuerzo de promoción y visibilidad descrito resultaría infructuoso sin la apuesta y la implicación del que, verdaderamente, es el pilar fundamental del sector enológico de la provincia: los empresarios y bodegueros.
Al margen de los diversos factores que inciden y aportan las distintas notas de sabor, color y calidad a la bebida, como la climatología, las características propias del terreno, la uva y el tratamiento y la técnica aplicada por cada bodega, el vino producido en la capital andaluza cuenta con un importante elemento diferenciador: su pasado.
Los productores han sabido vincular el factor identitario que el producto arrastra a través de los siglos y las distintas civilizaciones al valor de marca actual, hasta el punto de nombrar algunos de sus vinos haciendo honor a este pasado. Es el caso, por ejemplo, de la familia de vinos denominada Turdetano, de las Bodegas Salado, del Ocnos comercializado por Colonias Galeón en recuerdo de Luis Cernuda o de Bodegas La Margarita que elabora el vino Cocolubis, cuyo nombre se remonta a la variedad de uva cultivada en tiempos romanos en Constantina, la primera en llegar al Imperio romano.
Resulta muy interesante profundizar en las raíces del vino de Sevilla y descubrir que existen vestigios que datan del siglo III a.C. pertenecientes a un lagar de la época turdetana en la localidad de San Juan de Aznalfarache, un enclave comercial y productor. Conocer que, salvo durante la etapa musulmana, el resto de las épocas mantuvieron una relevante conexión con la tradición vinícola… El Medievo, los años de las Américas, en los que el vino no solo formó parte del avituallamiento de la flota embarcada, sino que también llegó a convertirse en un importante producto de exportación. O que los siglos posteriores hasta la actualidad, la hispalense fue sentando las bases y marcando un ritmo de crecimiento y profesionalización que dieron como resultado unos vinos de primer nivel.
De igual forma, las destilerías y su producción de anisados y licores son herederas de una tradición centenaria que, conservando el clásico sabor del anís, la guinda o el orujo, también ha sabido innovar y poner en el mercado nuevos sabores que conectan los paladares más atrevidos, como el vodka caramelo, el ron o el chocolate.
En definitiva,
además de deleitarnos y sorprender a nuestros invitados con manjares de la tierra,
¿quién se resiste a despedir el año y recibir 2020
brindando con la elegancia de alguno de nuestros espumosos o blancos?