El “paisaje arqueológico vivo” de Menorca a las puertas de la UNESCO
Fernando Barroso
@FernandoBarVar
13 de julio de 2021
 
La arquitectura talayótica aspira al Patrimonio Mundial con una nueva candidatura centrada en la preservación de los monumentos insertados en su “excepcional” paisaje mediterráneo

 

   Aunque el nacimiento del concepto de sostenibilidad se remonta a décadas atrás, su presencia y peso en la agenda institucional y socioeconómica ha crecido de manera indiscutible en los últimos tiempos.

   Y no es para menos. En 2020, sin ir más lejos, la organización internacional sin ánimo de lucro Global Footprint Network calculaba que a fecha de 22 de agosto de tal ejercicio, ya habían sido agotados todos los recursos que la Tierra es capaz de generar durante un año, una situación tradicionalmente señalada en fechas más tempranas del calendario, ahora marcado por la pandemia de Covid-19 y las restricciones implantadas contra su expansión.

   Ni siquiera el terremoto socioeconómico derivado de la pandemia, por cierto, ha frenado la amenaza del calentamiento global, pues según la Organización Meteorológica Mundial, 2020 fue uno de los tres años más cálidos del planeta desde que comenzaron los registros en la materia, tras los ejercicios de 2016 y 2019.

   Las políticas de sostenibilidad constituyen así un reto de primera magnitud para la Humanidad, que no obstante cuenta con diversos ejemplos de armonización del desarrollo con el respeto a la naturaleza y la administración responsable de los recursos.

   Es el caso de Menorca, declarada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco por sus siglas en inglés) como Reserva de la Biosfera,  por su alto nivel de compatibilidad entre las actividades económicas, el consumo de recursos y la conservación de su patrimonio y de la excepcional calidad de su paisaje. 

   Para la Unesco, esta isla de 702 kilómetros cuadrados y 95.641 habitantes según la última revisión del padrón es “un territorio altamente humanizado, con un paisaje rural tradicional muy rico” que convive con “una gran diversidad de hábitat mediterráneos”.

 

Fotografía: Fernando Barroso

NUEVA CITA CON LA UNESCO

   Será en octubre de 2023, de hecho, cuando Menorca cumpla 30 años como Reserva de la Biosfera, si bien ya en 2022 la isla tiene una cita crucial con la Unesco, de la mano de la candidatura de su cultura talayótica a la preciada declaración de Patrimonio Mundial.

   Esta candidatura, bautizada como “Una odisea ciclópea insular”, gira en torno a los singulares vestigios prehistóricos de piedra encajada “en seco” que pueblan Menorca. Se trata principalmente de los talayots, construcciones troncocónicas que dan nombre genérico a esta arquitectura; los recintos de taula con sus espectaculares monolitos coronados por una piedra plana horizontal; las navetas de enterramiento colectivo y las monumentales casas circulares. 



   Más al detalle, hablamos de la arquitectura desarrollada en la isla desde aproximadamente el año 1.600 previo a la era actual, cuando se calcula que habría empezado la construcción de estas edificaciones de tipo ciclópeo, hasta el ocaso de la misma en torno al año 123 previo a nuestra era, coincidiendo con el comienzo del proceso de romanización de Menorca.

   El proyecto “Una odisea ciclópea insular” parte de una candidatura inicial que aspiraba a ser debatida en el Consejo Mundial de Patrimonio correspondiente a 2017, si bien la propuesta fue frenada por un informe del Consejo Internacional de Sitios y Monumentos (Icomos), órgano consultivo de la Unesco, que aconsejaba su reformulación.

   Cipriano Marín, coordinador de la nueva candidatura y quien ya participó en el expediente gracias al cual Menorca fue declarada Reserva de la Biosfera en 1993, explica al respecto que merced a las recomendaciones de Icomos, la propuesta ha sido replanteada y va más allá de los 32 “monumentos representativos” de la arquitectura talayótica de la isla que protagonizaban la iniciativa de 2017. 

 

Fotografía: Fernando Barroso

MONUMENTOS “ARROPADOS” POR SU “EXCEPCIONAL PAISAJE”

   La nueva candidatura, según precisa, “arropa a casi todos” los enclaves talayóticos de la propuesta inicial pero con “el excepcional paisaje” mediterráneo asociado a los mismos, un aspecto ya incluido en el proyecto de 2017 pero ahora reforzado mediante un “mayor énfasis en la unión entre los monumentos y el entorno que los rodea”.

   Porque como incide el coordinador de la candidatura, el paisaje en el que se insertan las construcciones talayóticas incluidas en la propuesta “mantiene rasgos muy similares” a los que presentaba en la Prehistoria, durante el apogeo de esta arquitectura ciclópea, mostrando así “los patrones de asentamiento” de la antigua cultura de la isla.

   Es más, según Cipriano Marín, una marca del nuevo expediente es que los entornos escogidos para el mismo conservan “las actividades tradicionales del sector agrario menorquín, que han convivido y siguen conviviendo con los monumentos” talayóticos. Se trata por tanto de un “paisaje excepcional e inalterado” que refleja por cierto “la enorme tradición de respeto ambiental” que caracteriza a la isla de Menorca.

   La nueva candidatura, como ha pormenorizado el coordinador de la misma, está así conformada  por nueve áreas territoriales de la isla que abarcan los yacimientos más representativos con sus “excepcionales” entornos naturales asociados.

   Así, el nuevo expediente incluye por ejemplo la monumental Naveta des Tudons, el recinto de Son Catlar con su muralla ciclópea, el talayot de Ses Bigues de Mata con su envigado de acebuche original de más de 3.000 años de antigüedad, el recinto de Torralba d’en Salort con su portentosa taula, el extenso asentamiento de Torre d’en Galmés, Talatí de Dalt con su icónica pilastra apoyada en una taula o el poblado de Trepucó, cuya taula de casi cinco metros es la de mayor altura de Menorca.

   Además, entre los 280 vestigios prehistóricos o lugares de diversa índole comprendidos por la candidatura figuran otros enclaves singulares como la Cova des Pas, con exclusivos restos de rituales asociados a enterramientos colectivos, o la mina de cobre de Sa Mitja Lluna, la única mina prehistórica conocida en las Islas Baleares.

 

LA MENORCA TALAYÓTICA EN CIFRAS

   Las nueve áreas de “paisaje arqueológico” en las que se divide la candidatura, profundizando en los datos, comprenden 3.527 hectáreas que suponen aproximadamente el cinco por ciento de la superficie total de la isla, alcanzando el 32 por ciento de la misma si se tiene además en cuenta las “zonas de amortiguamiento” delimitadas respecto a cada uno de dichos territorios.

    La actual propuesta, según Cipriano Marín, incorpora además “nuevos valores” como la “dimensión astronómica” de la arquitectura talayótica, dada la orientación de muchos de los monumentos con relación al firmamento, extremo que prueba “la extraordinaria e íntima conexión” de la antigua cultura humana de Menorca con la bóveda celeste.

   Es en este punto en el que el coordinador de la candidatura defiende que la misma refleja una cultura marcada por el factor de la insularidad, que “fue creando expresiones propias y muy particulares,  con características excepcionales” que implicaron “un proceso cultural específico y divergente” con relación al ámbito mediterráneo. 

“LA MEJOR VENTANA A LA PREHISTORIA”

   Esgrimiendo además que Menorca cuenta con 1.568 yacimientos prehistóricos de diversa índole, 1.298 de ellos declarados como bien de interés cultural (BIC), Cipriano Marín asevera que la isla ofrece “la mejor ventana a la Prehistoria de la todo el mediterráneo”, resumiendo que la nueva candidatura a la declaración de Patrimonio Mundial radica en el valor excepcional de su “paisaje arqueológico y monumental vivo”, al abarcar la arquitectura talayótica y su entorno natural con las actividades agrarias tradicionales.

   En esos mismos términos se expresa el conseller menorquín de Cultura, Miquel Àngel Maria, quien defiende también este “nuevo enfoque” de la candidatura de la arquitectura talayótica de la isla a la declaración de Patrimonio Mundial, centrada en “la continuidad y pervivencia de un paisaje arqueológico a lo largo de los siglos”.

   El espíritu de la propuesta, según sus palabras, es además “coherente” con la declaración de la que goza Menorca como Reserva de la Biosfera gracias a la armonía que reina entre su paisaje rural tradicional y sus entornos naturales.

   En ese contexto, defiende que aunque la declaración de Patrimonio Mundial de la arquitectura talayótica implique “un retorno turístico” para la isla, merecidamente célebre por sus paradisíacas playas de arena blanca y aguas cristalinas, como las calas de Binisafúller, En Turqueta o de Macarelleta; la propuesta “viene a descubrir el producto cultural” que además ofrece Menorca.

   Y es que según destaca el conseller de Cultura, aunque los 702 kilómetros cuadrados de Menorca constituyen sólo el 0,13 por ciento de la superficie total de España, la isla atesora el nueve por ciento de los bienes de interés cultural declarados en todo el país, con especial peso de sus 1.568 yacimientos o enclaves prehistóricos, que implican una media de 2,3 espacios de dicha naturaleza por cada kilómetro cuadrado.

 

“DENSIDAD ÚNICA EN TODO EL MEDITERRÁNEO”

   Por eso, Miquel Àngel Maria pone especial énfasis en que Menorca acumula “una densidad única en todo el mediterráneo” en lo que a yacimientos prehistóricos se refiere, señalando sus 393 talayots, además de sus “singulares” santuarios de taula, navetas funerarias o casas circulares, entre otros vestigios.

   En paralelo, y de nuevo “en coherencia” con el papel de Menorca como Reserva de la Biosfera, el conseller de Cultura argumenta que la declaración de la arquitectura talayótica como Patrimonio Mundial puede “atraer un nuevo turismo” relacionado con el patrimonio histórico.

   Después de que la isla cerrase 2019, último año completo previo a la pandemia de Covid-19, con más de 1,43 millones de viajeros alojados y un alza del 0,6 por ciento en el número los mismos, la promoción de este “producto cultural” debe ayudar según sus palabras a “desestacionalizar” la actividad turística y “equilibrarla”, redistribuyendo los flujos para “aliviar” la temporada estival y estimular las visitas en primavera y otoño , periodos más atractivos para conocer el rico legado prehistórico menorquín.

   Para ello, remata Cipriano Marín como coordinador de la candidatura, la arquitectura talayótica cuenta con su correspondiente “plan de gestión”, con aspectos como la determinación de un “límite” de visitantes para cada uno de los enclaves “importantes”, calculado en base a “estudios técnicos de capacidad”; o el fomento de los modos sostenibles de transporte como la bicicleta, al objeto de garantizar la conservación de los monumentos y “no degradar las áreas cercanas” a los mismos.

   En cualquier caso, el coordinador de la candidatura y el conseller de Cultura remarcan que la propuesta se ciñe plenamente a la notable “tradición de respeto ambiental de Menorca como destino turístico durante las últimas décadas”, profundizando así en ese auténtico valor añadido de la isla.


Un comentario sobre “El “paisaje arqueológico vivo” de Menorca a las puertas de la UNESCO

  1. Muy bonito los paisajes y monumentos arqueológico de piedras de la prehistoria y lo bien que se conservan, es un buen atractivo para el turismo nacional e internacional si nos dejan la pandemia Covid19.

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