En diciembre de 2017 se cumplirá el cuarto centenario del nacimiento de Bartolomé Esteban Murillo (Sevilla, 1617-1682). Se trata de uno de los pintores más importantes de la historia del arte mundial, máximo representante de la escuela sevillana del Barroco. Esta efeméride es la mejor excusa para repasar la vida y la obra de este genial artista y de sumergirnos, de su mano, en la ciudad en la que nació y en la que pasó la mayor parte de su vida.
Hablar de Murillo es hablar de Sevilla (y viceversa), pues la ciudad se ve retratada a través de sus famosas Inmaculadas, sus santos y sus pícaros. Durante una jornada, te proponemos seguir el rastro de su vida y su obra a través de sus cuadros, y también de lugares emblemáticos, como la iglesia donde fue bautizado, la calle donde tuvo su casa o el lugar en el que murió. El paseo es también un recorrido por la Sevilla del siglo XVII. Una ciudad imperial y decadente a la vez, protagonista de la tremenda epidemia que vivió el propio Murillo.
Museo de Bellas Artes (Plaza del Museo)
La primera parada de nuestra ruta debe ser, necesariamente, el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Es la segunda pinacoteca más importante de España, donde se encuentran algunas de las obras más importantes del pintor.
Los orígenes
Pero si queremos comenzar por el principio, hay que empezar por la Plaza de la Magdalena. En su iglesia (desaparecida) recibió sus aguas bautismales. Trabajó en varios conventos sevillanos, aunque sus obras de esta época no están en su ubicación original por la desamortización, las transformaciones urbanas e incluso el saqueo napoleónico. Un ejemplo es el convento de San Francisco, que se levantaba en la actual Plaza Nueva.
Catedral de Sevilla
Es parada obligatoria. Allí permanecen una monumental Visión de San Antonio, además del San Isidoro y el San Leandro de la sacristía mayor. En esta época, Murillo ya ha ocupado un lugar de privilegio entre los grandes artistas de la Sevilla del seiscientos.
Hospital de la Caridad
En la iglesia del Hospital de la Caridad, situado detrás del Teatro de la Maestranza, junto al río, pueden contemplarse los cuadros La Anunciación, Niño Jesús y San Juan Bautista niño, sometidos a un proceso de restauración para recuperar todo su esplendor.
Jardines de Murillo y Plaza de Santa Cruz
Desde aquí, a través del Patio de Banderas y bordeando el Alcázar, podremos pasar por la casa donde el pintor pasó sus últimos años y falleció en 1682 , en la calle Santa Teresa, nº 8, transformada durante algún tiempo en casa-museo, aunque ya no funciona como tal. Muy cerca están los Jardines de Murillo, donde una estatua recuerda al artista.
Avanzando un poco llegaremos hasta la Plaza de Santa Cruz. En su solar estuvo hasta la ocupación francesa la parroquia del mismo nombre, en la que recibió sepultura. A través de encantadoras callejas alcanzaremos la calle de Santa María la Blanca, para cuya iglesia (antigua sinagoga) pintó dos obras ahora conservadas en el Museo del Prado.
Una pena que muchos cuadros sevillanos de Murillo fuesen saqueados por las tropas napoleónicas del general Soult, pero desde luego han quedado obras más que suficientes para convertir a Sevilla en una visita para los que amamos a Murillo.