Vacaciones de libro (I)
Eduardo Cruz Acillona
@masclaroagua
6 de febrero de 2022

 

En su cuento “El episodio Kugelmass”, publicado originalmente en 1977 en la revista The New Yorker, Woody Allen hace viajar al protagonista hasta la página 100 de Madame Bovary, donde disfruta de un intenso romance con la susodicha provocando el estupor en los lectores de la novela de Gustave Flaubert.

 

Seguramente, todos hemos fantaseado con hacer lo propio y mezclarnos entre los protagonistas y los paisajes de alguna novela. Es una manera de viajar como otra cualquiera. Pero, ¿les ocurrirá lo mismo a quienes tienen el libro por oficio (escritores, poetas, editores, libreros…)? ¿A qué novela se irían de vacaciones si pudieran?

CLARA OBLIGADO

Clara Obligado, por ejemplo, lo tiene muy claro: “Me pasó cuando fui a Túnez. Era un viaje soñado, desde la ventana veía la suave línea del mar. Edificios dorados y, al atardecer, el canto del muecín llamándome a la oración. Pero yo había llevado Pasaje a la India, de E.M. Forster, una novela escrita en 1924 que me prometía no sólo un viaje de los sentidos, sino también un viaje a través del tiempo, a través del amor y sus conflictos, de las diferencias raciales y sociales, un viaje maravillosamente bien escrito en el que se estimulaba poderosamente mi imaginación. ¿Qué elegir? ¿El papel o la playa? ¿La realidad o la ficción? ¿Los cánticos lanzados al aire o el clamor de las palabras escritas? Fue un verano en el que bajé muy poco a la playa y en el que aprendí mucho más de la India y de sus conflictos que del bello Túnez. Tendré que volver, me digo, un poco arrepentida. ¿O tendré que releer?”

 
DANIEL RUIZ

Por su parte, Daniel Ruiz, elige Los viajes de Gulliver. “Debe ser estupendo habitar todos esos países que cuenta Jonathan Swift en esa prodigiosa novela: Liliput, Brobdingnag, el país de los Houyhnhnms, conocer a los Yahoos… Y además acompañado de las palabras de Swift, un verdadero cachondo, un cabroncete cínico incurable. No se me ocurren unas mejores vacaciones”.



 

SARA MESA

Sara Mesa, sin necesidad de pensárselo mucho, se iría “de cabeza” a El mar, el mar de Iris Murdoch, porque, a pesar de que el escenario es bastante desapacible (un mar rugiente, furioso), hay acantilados por los que apenas se puede andar y la casa donde transcurren muchos de los acontecimientos es ruinosa e incómoda. La belleza con que escribe Iris Murdoch es como una llamada de las que no se pueden dejar sin respuesta”.

FELIPE BENÍTEZ REYES

En cambio, Felipe Benítez Reyes no cree que las novelas “sean el mejor sitio en el que vivir. El primer impulso sería el de colarme en una novela policiaca de la que conociera el desenlace, para así quedar por encima del detective. O en Ana Karenina, para estar en el momento adecuado en la estación y salvarla. Pero, en fin, tal vez me gustaría pasar una temporada dentro de los Cuatro cuartetos, de T.S. Eliot, para enterarme de qué pasa allí en realidad”.

ELOY TIZÓN

Jugando con el famoso título de Jules Verne, su tocayo Cortázar tituló uno de sus libros La vuelta al día en ochenta mundos, que también es otra manera de viajar más que recomendable y sin el riesgo de que te pierdan las maletas. En esa línea parece estar Eloy Tizón, quien confiesa que “puesto que acudimos a la literatura en busca de emociones fuertes, para mí sería un placer recuperar el sabor de aquellas aventuras de infancia de las novelas de Jules Verne”. Y añade: “Temblando de miedo, no rechazaría regresar al sueño épico del correo del zar, escoltar a los hijos del capitán Grant en su búsqueda arrítmica del padre ausente, compartir con el capitán de quince años (mi edad de entonces) los peligros de salvar la piel en el África esclavista, o pasar una semana en la biblioteca submarina del capitán Nemo, entre libros y medusas”.

MONTERO GLEZ.

Y lo tiene muy claro Montero Glez. Su libro elegido como destino de vacaciones sería “Los reyes del mambo tocan canciones de amor, de Oscar Hijuelos. Me gustaría ir hasta la época aquella, década de los 40, en la que Nueva York era una prolongación de Cuba, y la negritud se hacía sitio entre las orquestas de entonces. Me gustaría fumarme unos canutos de Manteca con Chano Pozo, bailar con una rubia los ritmos de Pérez Prado y no salir jamás de entre las páginas de una de las novelas que más he disfrutado”.

JUAN JOSÉ TÉLLEZ

La más rabiosa actualidad, ese leit motiv de los periodistas, condiciona la respuesta, precisamente, de uno de ellos: “Ahora que las tensiones entre Ucrania y Rusia nos devuelven a la geografía literaria de John Le Carré y de la guerra fría”, nos dice Juan José Téllez, “no estaría mal darse una vueltecita por el mundo que refleja El maestro Juan Martínez que estaba allí, una suerte de entrevista novelada que Manuel Chaves Nogales mantiene con un bailaor flamenco de Burgos, perdido en la revolución rusa, entre el Octubre de Lenin y la guerra civil, en un largo viaje de San Petersburgo, Moscú a Kiev, entre los ricos regalos de los rusos blancos y el hambre espartana de las trincheras bolcheviques”. Tirando de irónico realismo, exquisita marca de la casa, sostiene que no se puede pedir más: “El turismo cultural entremezclado con el político. Su propuesta haría las delicias de cualquier stand en Fitur”.

EVA DÍAZ PÉREZ

Por último, Eva Díaz Pérez, directora del Centro Andaluz de las Letras, tiene claro que se iría de vacaciones a Danubio, de Claudio Magris. Reconoce que, cuando lo leyó por primera vez, “tuve la sensación de estar experimentando verdadera literatura paseada o que me adentraba en el lienzo de un paisaje bucólico, pero también siniestro. Lo increíble de este libro casi inclasificable es que es un libro de viajes, un ensayo histórico, una autobiografía y también las memorias de un lugar. Amo Europa y Danubio es la verdadera metáfora de eso que llamamos Mitteleuropa, el corazón de la Europa Central”.

 

Cada libro es un mundo por descubrir. Y, en ese sentido, no hay mejor agencia de viajes que una librería. No dejen de acudir a ellas. Expenden billetes a cualquier lugar de cualquier mundo. Y a un precio inmejorable.

(Continuará…)


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